Los premios no son un fin, pero sí un camino para afianzarse en el mundo de la literatura. Así lo piensa Carmen Galvañ Bernabé (Sax, 1995) que paso a paso se ha introducido sigilosamente en la escritura y son ya más de una veintena de galardones los que atesora a través, sobre todo, de sus relatos. Cinco de ellos, en lo que va de año.
El último, de momento, el I Concurso de Ensayo y Narración de Memoria Histórica de la Universidad de Murcia. Fue en julio, por su novela corta El guardián de los instantes y lo recogerá el próximo día 24. Antes, en mayo, se había alzado con el segundo premio del certamen Calamonte Joven con Diario sin nombre.
Entre estos dos premios y el primero que recogió en su vida han pasado 18 años -tenía tan solo 8 cuando vio por primera vez su nombre en el acto de un jurado-, dos libros de relatos premiados y muchas lecturas. Una de las primeras, Rimas y leyendas de Becquer, volumen que eligió al azar en la biblioteca familiar. «Donde habite el olvido, allí estará mi tumba». Y en ese verso empezó todo. «Me marcó mucho porque decía que iba a pasar inadvertido por el mundo… a partir de ahí me dije que tenía que hacer algo para que no me ocurriese lo mismo», afirma la joven autora que compagina su trabajo en un despacho de abogados con la carrera de Filología Hispánica.
Después llegaron Antonio Machado y Miguel Hernández, «uno de mis poetas referentes», igual que las novelas de Isabel Allende. Más tarde, se cruzaron en sus estanterías Julia Navarro, Ildefonso Falcones, Ken Follet… Y se enganchó al relato histórico, que es una constante en sus trabajos: van ya 23 relatos y dos novelas cortas. «En casi todos mis relatos abordo el pasado como acontecimiento histórico», apunta Carmen Galvañ que ha reunido sus relatos premiados en dos volúmenes, Horizonte y El poder del pasado, mientras prepara un tercero.
«El contenido histórico está muy presente, además de temas sociales, la reivindicación de la mujer, la igualdad, el bullying, la protección del medio ambiente…», asegura la también pianista que escribe siempre con música de fondo.
De hecho, para El guardián de los instantes se inspiró en una fotografía que se le quedó marcada en primero de la ESO sobre la revolución de Asturias, donde la cola de detenidos estaba encabezada por una mujer. A principios de este año volvió a reencontrarse con esa imagen en una noticia en la que decían que eso ocurrió en la montaña de Palencia. «Decidí inspirarme en ella para escribir». Sobre Diario sin nombre, fue la historia del hundimiento de un buque frente a las costas de Málaga en 1913 la que marcó el inicio de su relato.
Precisamente de Diario sin nombre tiene escrita ya la segunda parte, que espera publicar en breve, de manera que ambas novelas cortas conformen su primera texto de larga extensión.
«Yo escribo con la misma ilusión y con la misma incertidumbre; hay gente que piensa que como he ganado muchos premios no me sorprende tanto, pero cada vez que me presento a un concurso tengo el mismo sentimiento de que no voy a ganar. Soy muy crítica conmigo misma».
Si Carmen Galvañ mira al futuro, le gustaría tener en sus manos el Premio Primavera de Novela y también el Gran Anguar de Novela Juvenil. Pero eso no importa tanto, asegura. Lo único que tiene claro es que nunca va a dejar de escribir. «Forma parte imprescindible de mi forma de entender la vida».
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